16.10.08
Seamos cartesianos
Tiene razón el autor (JPF) de un libro gordo que estoy leyendo por estos días: seamos cartesianos. Es un pedido (sin grandes exclamaciones, pero pedido al fin y al cabo), lo que demuestra que el autor se desespera porque los demás le encuentren el sentido que él encuentra a ese fantasma subyacente aunque cada día menos vigoroso llamado filosofía.
Seamos, entonces. Es que ya nadie se rebela ante nada, quizás algún marido ante su mujer, o alguna mujer que abandona a su marido cuando se descubre a sí misma infeliz tras, digamos, cuarenta años de vida marital apretujada. Acaso algún adolescente que se pinta la cara, se pone pantalones de colores y sale a la calle a bailar un rap bobo; si esto último es la representación de la rebeldía hoy, estamos en cenizas. ¿Seremos tan patéticos nosotros los hombres y mujeres pos-pos-pos-pos modernidad y pos tantas otras cosas?
Nadie se rebela, nadie dice que no a nadie/nada. Primero, el temor a quedarse en la puta calle, eso influye. Segundo, resulta que no se puede negar nada a un mal tipo que está arriba porque estar arriba es ser un mal tipo, algo, digamos, cultural y parte de la idiosincrasia.... Tercero, siempre va a estar la TV para sodomizarte con un partido de fútbol o un chimento jugoso y olvidarte temporal aunque rápidamente del malestar. Cuarto, la moneda local está tan devaluada que no dan los números para hacerse el canchero y agarrar la mochila con destino a Camboya. Habrá, seguramente, un quinto y hasta un décimo motivo del porqué nadie se niega, nadie se rebela.
Seamos cartesianos, de este modo, se convierte en un pedido ilusorio. Yo le creo al autor, y me da un poco de lástima que sea tan grande, tan cartesiano y de vez en cuando diga que no a alguien.... lo he escuchado, lo he visto. Es que no hay espacio en la práctica para la filosofía, o no le han dejado más espacio; si hasta sus formatos más adecuados -para ser transmitida- están en desuso: el libro y la docencia.
Además, la televisión -el soma de la casa, en sintonía Huxley- es un ente sí vigoroso y lamentablemente vital para el hombre y la mujer urbanos. La TV lo puede todo. La TV manda, rige, anula, decide, ofrece, regala, vende, estima, opina y sobre todo opina y nos dice qué hacer, y vuelve a opinar una vez más antes de que empiece el partidito del día. La TV es el planeta ideal de la indiferencia y la lentitud de mente porque no chorrea sangre y lodo de verdad: las imágenes no duelen.
Además, leer a Marx quitaría tiempo para.... ver tele.
Con el libro atravesando su triste impopularidad, con la docencia como vocación de generaciones pasadas, la filosofía es hoy marginal, y no en cuanto a su elitismo, ni en cuanto al distante lenguaje de los grandes filósofos -excluyendo a Sartre, claro, y a algún otro-, sino marginal en el sentido de que pisa la línea, recorre la frontera y en cualquier momento se hunde en el desierto periférico.
Yo no puedo ser cartesiano, imposible, impracticable de momento. Sí voy a tener presente la posibilidad de serlo cada vez que vea la cara del turro de turno y no pueda decirle que no.
Comments:
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Hace mucho que no paso por acá, meses, digamos, y la verdad que me sorprende como caí casi justito para dar con tu nuevo post. Espero que el JPF que leíste, no sea el JPF que pienso podría ser, porque aunque tiene su costados inteligentes, también tiene sus costados imbéciles.
Loco, ¿no? Se supone que trabajo entre pogres y este año la coyuntura me "enfachizó" el alma y aunque pueda estar de acuerdo con el mensaje de tu texto, las iniciales ya me predispusieron mal.
De cualquier manera brindo por lo que escribiste, brindo porque escribas y punto.
Abrazo de hermano
Riggy
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Loco, ¿no? Se supone que trabajo entre pogres y este año la coyuntura me "enfachizó" el alma y aunque pueda estar de acuerdo con el mensaje de tu texto, las iniciales ya me predispusieron mal.
De cualquier manera brindo por lo que escribiste, brindo porque escribas y punto.
Abrazo de hermano
Riggy
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