11.10.05
Palmera
La palmera redentora lo sostiene. Está presente el sol, agradable pero tan moderno como para destruirle la piel. Por eso la gorra, caribeña la gorra.
En las playas, los burgueses se visten de campesinos, y se ven bien.
El trabajo arduo y desesperado tendrá un final. El caos siempre precede a la calma, a la nada. Y será un día entero, tal vez dos. Serán horas extensas hasta despertar. Y al abrir los ojos descubrirá que la palmera es un árbol pintado, manchado por las manos urbanas, que la traspiración desprende el hedor salado de las gotas que han recorrido un largo camino desde el cuero de la cabeza hasta los labios suspendidos en un grito asfixiado, que el sonido de la marea se ha convertido en una bocina asesina. Y tendrá que volver a la vigilia dolorosa, a buscar más y a llegar hasta lo más bajo para encontrarlo. Y con el veneno en las manos, sufrirá esa emoción incómoda que sienten los que sólo quieren dormir, los que sólo pretenden descansar recostados en una palmera.
En las playas, los burgueses se visten de campesinos, y se ven bien.
El trabajo arduo y desesperado tendrá un final. El caos siempre precede a la calma, a la nada. Y será un día entero, tal vez dos. Serán horas extensas hasta despertar. Y al abrir los ojos descubrirá que la palmera es un árbol pintado, manchado por las manos urbanas, que la traspiración desprende el hedor salado de las gotas que han recorrido un largo camino desde el cuero de la cabeza hasta los labios suspendidos en un grito asfixiado, que el sonido de la marea se ha convertido en una bocina asesina. Y tendrá que volver a la vigilia dolorosa, a buscar más y a llegar hasta lo más bajo para encontrarlo. Y con el veneno en las manos, sufrirá esa emoción incómoda que sienten los que sólo quieren dormir, los que sólo pretenden descansar recostados en una palmera.