24.8.05
Había una vez....
Había una vez un chico que se escondía y aparecía de pronto simulando ser alguien que no era. Pasaron algunos meses y su escondite, que era una suerte de pozo invisible, se hacía cada vez más profundo, y hasta creyó nunca más poder salir. El barro se le metía por los ojos, casi no veía; desde el fondo, apenas sentía los restos de una luz metafísica que, en la superficie, acompañaba la cotidianeidad de los demás. El mundo, la urbanidad, se habían convertido para él en un sillón hundido, en los claroscuros de una habitación amplia y solitaria, con persianas clausuradas y polvo acumulado. Nadie llamaba a su puerta, nadie molestaba a su pesadumbre. Se durmió un día, y despertó algunas noches más tarde en un lugar que no conocía; personas sin nombres desayunaban inadvertidamente. El golpe en su cabeza se repetía segundo tras segundo, las líneas de dolor en sus extremidades lo desangraron hasta dejarlo seco. Caminó hasta caer en el sillón que se había convertido en el punto de partida de su círculo interminable. Tembló hasta que los fantasmas se cansaron de atormentarlo.
Desde una granja, al borde de un cerro mediocre, con el aroma cándido de una vertiente perdida, con el sonido rejuvenecedor del silencio, con los ojos dilatados de placer, espío por última vez.
Comments:
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Digo que no sería necesario.... prefiero no extenderme, salvo para decirte que muy acertada en el approach.
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